Al reflexionar sobre el pasado, confieso que todo fue hecho por la mano cálida y amorosa de Dios. Entre tanta misericordia del Padre y la Madre celestiales, que mueven al mundo entero, quiero compartir con mis amados hermanos de Sion algo que comprendí a través de la experiencia del establecimiento de una iglesia.

Mientras predicaba el evangelio en Argentina, deseaba predicar las buenas nuevas de Dios también en Chile. Para esto, me esforzaba mucho para obtener la visa de Chile, orando constantemente.

ⓒ 2005 WATV

Los coreanos residentes en Sudamérica dicen que es más difícil obtener la visa para Chile que para los Estados Unidos. Si uno quería ingresar a Chile, tenía que presentar una carta de invitación de un chileno a la Embajada de Chile. A pesar de esto, se le concedía la visa solo por un mes. Pero en ese entonces, yo no tenía ningún conocido que me pudiera hacer una invitación.

Un día, escuché una alegre y sorprendente noticia. El gobierno de Chile otorgaría la visa a los coreanos sin ninguna condición, gracias al TLC (Tratado de Libre Comercio) firmado entre ambos países. El camino del evangelio hacia Chile, que tanto anhelaba, quedó allanado a través del Tratado de Libre Comercio entre Corea y Chile.

Profundamente agradecido al Padre y la Madre celestiales por mover al mundo entero para el evangelio y por llamar a este hombre lleno de carencias y necedad, partí rumbo a Chile con mi esposa.

Después de llegar a Chile, me apresuré a alquilar un cuarto pequeño. A pesar de la falta de espacio, nos sentíamos satisfechos, sin tener más necesidad. Después de preparar todo para adorar a Dios, de inmediato salimos a predicar el evangelio del nuevo pacto; y pudimos encontrar a nuestra familia celestial que anhelaba la verdad de Dios.

Como el cuarto era pequeño, se llenaba completamente durante los cultos, aunque no había muchos miembros. Por eso traté de buscar un local para la iglesia, pidiendo la bendición de Dios.

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Aunque leía avisos en los diarios y recorría las calles viendo los avisos de alquiler, no se me hizo fácil encontrar un local adecuado. Y dada la apremiante situación, tuve que elegir una casa cercana, aunque no estaba satisfecho con ella.

En ese momento, el esposo de una hermana vino a Sion corriendo y me dijo que estaban alquilando un local grande al lado de su casa. Fuimos de prisa a ver el local.

Solo con verlo nos dimos cuenta de que era un lugar preparado por Dios. Estaba cerca de una avenida, y su estructura interior también era adecuada para el uso de una nueva iglesia. El local que yo elegí al principio para la nueva iglesia no tenía una buena estructura, y estaba muy lejos de la avenida; por eso no me gustaba. Pero este local era un lugar preparado por Dios mismo.

Todos dimos gracias al Dios Todopoderoso que nos guía invisiblemente, proveyendo el futuro para la obra del evangelio.

La Iglesia de Chile se llenó de hermanos por el amor de Dios, quien siempre bendice a sus hijos. Otra vez pedimos a Dios que nos permitiera un lugar más adecuado como una iglesia oficial, no como una iglesia en proceso. Yo no podía hacer nada sin la ayuda del Padre y la Madre.

El tiempo se iba, y no era fácil buscar un buen lugar para la iglesia. Algunos locales eran grandes, pero no eran adecuados para la iglesia por su ubicación, otros locales tenían una buena estructura, pero su ubicación no era buena. No podía encontrar un lugar con todas las condiciones necesarias. Finalmente, comprendí que no estaba apoyándome en Dios completamente y comencé a pedir la gracia del Padre y la Madre celestiales.

Un día, dos horas después de que la Madre dijera: “Todo es posible con la fe”, encontré el local que con tantas ansias habíamos buscado. Su ubicación era estratégica, incluso su estructura permitía usarlo como iglesia. El dueño dijo que el edificio había sido reparado recientemente. No había local más apropiado que este.

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Además, Dios introdujo en Sion a un hermano que era arquitecto; con su ayuda, pude proceder con los acabados interiores. Éramos solo nosotros dos, pero pudimos hacerlo en un mes. Todo se hizo rápido, sin ninguna falla.

El hermano también dijo que todo fue posible por la ayuda de Dios, y dio gloria a Dios. Mientras arreglábamos el templo, nos dimos cuenta del verdadero amor y el gran sacrificio de Dios.

Ahora, la Iglesia de Chile está perfectamente arreglada como iglesia y los hermanos que renacieron como hijos del cielo están dando gracias y alabanza a Dios Todopoderoso, amándose unos a otros.
Hasta ahora no puedo olvidar la emoción del primer culto en el nuevo templo.

Ahora, lo único que falta es que los hijos de Dios, que anhelan la eternidad, vengan a Sion, lugar establecido por el amor y el sacrificio de Dios.

Ya que la Sion de Chile fue construida por la amorosa mano de Dios que mueve al mundo entero para la providencia de la salvación y la obra del evangelio, es seguro que nuestros hermanos preparados también serán guiados rápidamente por su mano poderosa.